martes, 2 de agosto de 2016

Mors faciet ne sim.


Clávame un puñal por cada rosa que te regalé.
Hice odas que lanzaste al mar cada vez que te quise ver.

La muerte aciaga me persigue sin que nadie lo advierta, la guadaña se cierne sobre mi cuello pálido,
éste ya parecía anunciar el inminente sino que mi cuerpo ha de albergar.

Quémame, quémame en los fuegos fatuos antes de que salga de nuevo el Sol.
Arde, garganta, tus palabras se inmolan en la nada.

Clávame un puñal por cada rosa que te regalé.
Hice odas que lanzaste al mar cada vez que te quise ver.

Mis ojos son óleos disueltos en lágrimas que se aferran al lienzo manchado de tu piel de ámbar,
desgastada por las veces que te pensé, por tanto que la soñé.

Degüellame, degüellame y tira mi cabeza al Río antes de que salga de nuevo el Sol.
Las serpientes de mis cabellos sollozarán tu nombre.

Clávame un puñal por cada rosa que te regalé.
Hice odas que lanzaste al mar cada vez que te quise ver.

La nívea piel que resguarda mis entrañas palpita tu nombre y entre profundos cortes se arrebata,
sangra ininterrumpidamente en silencio y le llora a tus ojos de gata.

Desuellame, desuellame y hazte un vestido con las caricias que no quisiste tener.
No necesito ni piel ni cuerpo si no te vuelvo a ver.

Clávame un puñal por cada rosa que te regalé.
Hice odas que lanzaste al mar cada vez que te quise ver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario