sábado, 31 de marzo de 2012

Ubi amatur, non laboratur et, si laboratur, labor ipse amatur.

    ¿Qué hacer? si con cada lágrima que cae a un mar de quejumbrosos lamentos caigo yo detrás a un vacío negro en el cual Hades me besa y su putrefacta lengua que se introduce en mi cavidad bucal y quema hasta matar, Átropos me desnuda y me roza con su gélida piel, me araña los poros y me acaricia los pechos a la vez. Un trío, en fin, mortal. Ah, por dios, no me desnudó del todo, me queda mi camafeo y me aferro, me aferro en lo más negro y su interior me eleva, me eleva tanto que hasta me parece rozar con las puntas de los dedos esa deseada "ataraxia" que prometía el Hedonísmo.

    ¿La sangre que emanan mis muñecas? cada una de los suspiros que callé, cada una de las lágrimas que guardé con recelo en un paño de seda y envueltas en terciopelo, cada uno de los lamentos que me inspiró tu anhelo, cada una de las miradas que parecían desprender hielo, cada una de las gotas que se juntaban en tus ojos y mataban mis adentros con aires dolorosos.

    Las marchitas rosas resurgen en tu hermosa piel y del brillo de tu mirada se encarga Helios cada amanecer, de la carne y dulcura de tus amargos labios se encarga Nyx y las estrellas son las que te arropan y te miman porque todos, absolutamente todos te quieren conseguir y la Luna sospecha que eres para mi pero calla como calla tu razón y el corazón no atiende a la lógica, atiende al amor; el mío late por sus dos amores, late por la pintura, late por ti.

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