miércoles, 22 de agosto de 2012

Carta a Nicolae.


Si hace unos meses me dijeran que te hiciera una carta de despedida porque te me ibas no daría crédito. Tampoco doy crédito ahora, aún pienso que te me has ido con Febo a levantar el Sol con tu hermosa mirada y volverás al anochecer cuando se alce Febe apoteósica sobre el firmamento para sentarte conmigo en esa barra y decirle al camarero "deje la botella de Tequila" o simplemente pienso que vendrás por esas escaleras y me abrazarás cuando llore y señalarás a la Luna para que yo te diga lo preciosa que es una y otra vez, espero a que me abras el camafeo y me preguntes "¿por qué?" porque sólo a ti podría contestarte aunque me quedara sin aliento. Sigo viéndote cuando salgo en el Hangar, levantando tu cerveza cada vez que entro, sigo encontrándome contigo en el Sham Rock y confieso que a veces voy a buscarte intencionadamente aunque sé de sobra que no estarás y miro a aquel taburete y espero que me digas algo estúpido o a que salgas a traerme un cupcake y vuelvas con una sonrisa de oreja a oreja mientras lo escondes para vacilarme.

Me gustaría decirte que te recuerdo a cada momento pero no es así, el simple hecho de pensarte y saber que no estás, que nunca más estarás, me produce un dolor que no puedo describir con palabras. Te he robado tu colonia por no robarte parte de tu alma para sentirte cuando más lo necesite. Pensé que estábamos juntos, que lucharíamos pero no miré que el final ya lo tenías dictaminado.

Cada vez que miro cualquier estatua de Eros fijamente a la cara te veo a ti, con tus rasgos infantiles, con esa mirada fija perdida en un mundo de cuerdas y madera rodeado de notas musicales y rosas rojas que nunca mueren. Veo que una mariposa se posa en tu pecho desnudo y me muero de ternura, ¿tu psique se niega a abandonar tu cuerpo? ¿será que aquel "niño de marras" te dotó con su belleza y ésta se enamoró de ti, de tus dorados cabellos adornados con ese pañuelo rojo que se posa con suavidad sobre tu blanca frente(imagino que ahora demacrada, ay, dioses)? ¿se niega a dejar de mirar esos ojos abiertos y pintados de negro con la mirada de espanto dirigida hacia el insólito cielo, con su verde que por un momento me parecía que tornaba a gris en el ataud? Dime, Nicolae, ¿se pudrirá ella en tu pecho mientras pasa el tiempo inexorable hasta convertirte en polvo, en restos de lo que un día fuiste? ¿por qué no emprende vuelo? ¿habrá salido del corazón de alguna fortuita pasión? ¿habrá salido del mío?.

Mi corazón se niega a aceptar tu muerte y mi mente enmudece y grita a la vez que te recuerda porque no hay rincón en el que no hayas estado conmigo, porque el mundo sin ti se ha quedado un poquito más frío. No sólo fuimos amigos, fuimos algo más, fuimos hermanos y compañeros de la vida, unos ciudadanos del mundo sin patria ni bandera encerrados en una jaula de recuerdos en la que aún a veces entro y descubro que el silencio que no calla es el vacío de tu funesta voz.

No te preocupes, tengo quien me cuide, efectivamente estoy en buenas manos. Gracias por despedirte.

Te quiero.






No hay comentarios:

Publicar un comentario