viernes, 6 de enero de 2012

Ars, amata mea.

    No lo puedo evitar, nunca he podido, sucumbo antes ante un cuadro que ante las formas del cuerpo femenino o del masculino. Me provoca más placer el frío beso del arte que un imposible y cálido beso de tus labios, ella es mis ojos cuando no soy capaz de ver; no tengo miedo de caer, ella me levantará, no tengo miedo de ahogarme en el mar, ella me salvará partiendo el agua salada y las olas a la mitad; no tengo miedo de arriesgar mi corazón por amarte, no tengo miedo de romperlo, no tengo miedo de fracasar, sé que sus pinceladas me curarán; nunca tuve miedo de perder mi alma al dártela en forma de cuadro, ¿porqué habría de tenerlo?, con sutiles pinceladas sobre mi cuerpo desnudo podría hacerme otra nueva compuesta por infinitos colores, así ocultaría tenuemente el hielo de mi frío corazón y es que no hay mayor obra de Arte que el cuerpo humano pero, de entre todos, destaca el tuyo al que cubriría de ígneos y brillantes colores (rojo... naranja... amarillo...) mezclados con aguarrás para que se fundan entre ellos y tu piel quede pigmentada de éstos, así no solo eclipsarías al Sol con tu sonrisa y tu mirar, incluso Hermes te ha querer robar, los apoteósicos dioses por ti volverán a pelear.



P.S: todos mis textos de amor, agonía, mitología y/o sucedáneos, absolutamente todos, van dedicados a una misma mujer, nadie más se ha de dar por aludido. Todo es por y para ella. Ella ya sabe. Y son de mi propiedad, no me gustaría verlos plagiados. Pandora (yo) dixit.

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